viernes, enero 05, 2007

“TIME” le elige a usted Persona del Año 2006.

La revista estadounidense escoge al usuario de ordenador “por elaborar la nueva democracia”.

“Por trabajar por nada y por derrotar a los profesionales en su propio terreno”

"Por tomar las riendas de los medios globales, por fundar y elaborar la nueva democracia digital"


Felicidades por tanto a todos los que integran la “blogosfera” conquense.

Y si se nos permite un poco de orgullo conquense, recordar que esta “cabecera” digital que se llama “Lo que los conquenses deben saber” cumplirá dos años el próximo mes de abril.


En junio de 2006 publicamos lo siguiente:

Dedicado a Infocuenca. El poder es el mal.

El poder es el mal y tiende a concentrarse y a multiplicar por tanto el daño que hace. Pero el poder es consustancial al ser humano, y forma parte de su lado oscuro.

Siglos de sufrimiento llevaron a los padres de la democracia al convencimiento de que la única opción de libertad individual pasaba por dividir y limitar el poder social, económico y político.

La libertad de que disfrutamos, siempre imperfecta, descansa en la doctrina de la división de poderes.

El legislativo es el que canaliza la voluntar popular. Un hombre un voto.

El Ejecutivo es el que dispone de los medios y recursos públicos para cumplir el mandato del legislativo.

El judicial se creó para garantizar el imperio de la ley por encima de individuos, grupos de presión y resto de poderes.

En un sistema de contrapesos, los tres poderes se controlan mutuamente, siendo el resultado final el punto de equilibrio del sistema.

Los poderes fácticos quedarían formalmente proscritos, no siendo admisible la influencia en la cosa pública de otros poderes distintos a los constitucionalmente previstos.

Los medios de comunicación y la libertad de expresión fueron configurados como garantes del juego limpio, que exige que todos los ciudadanos, cada ciudadano, tenga una información veraz e imparcial como requisito previo al ejercicio de sus derechos y libertades.

Pero el poder tiende a concentrarse para conseguir sus propios objetivos, ajenos siempre al imperativo del interés general.

Pronto se desdibujó el poder legislativo, mas subordinado al equipo de gobierno de turno que su principal fiscalizador y controlador.

Pronto nos acostumbramos a hablar de judicialización de la política, de politización de la justicia, de mayorías y minorías políticas entre los jueces, de decisiones de gobierno de los jueces subordinadas a una u otra adscripción ideológica. Desdibujando con ello la línea que caracteriza a este poder, cual es la independencia.

Los poderes fácticos no por proscritos dejaron de existir, y buscaron formas de presión “en la sombra” sobre quienes tenían la autoridad democrática para tomar las decisiones que les afectaban.

Y por fin llegamos a la prensa, a los medios de comunicación. Pronto nos acostumbramos a llamar a las cosas por su nombre y la prensa es conocida como el cuarto poder, entre fáctico y volátil es, en la sociedad de la información, reconocida como el mayor de los poderes.

Lo que no sale en los medios no existe. ¿Se concibe mayor acumulación de poder? ¿Se concibe por tanto mayor riesgo para la libertad individual y colectiva?.

Y nos encontramos con la paradoja de que el poder que no tenía que ser poder es el mayor de los poderes. Y como tal tiende a relacionarse, para seguir el proceso de acumulación consustancial al poder, con el resto de poderes.

Y tiende a hacerlo de la forma en que al poder le gusta crecer y multiplicarse, en la clandestinidad, fuera del escrutinio de la ciudadanía. Pronto entendió el mayor de todos los poderes, el económico, lo sencillo que era recuperar el terreno perdido: tomar el control de los medios.

Pero la libertad es una necesidad tan humana como alimentarse, respirar o reproducirse.

Y seguimos, como seguirán nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, como hicieron nuestros mayores, seguiremos luchando para que el poder no se extienda hasta conseguir controlar y dominar la conciencia y libertad de todos y cada uno de nosotros.

Nadie ha descrito seguramente con mayor lucidez y belleza literaria este riesgo de un futuro totalizador como George Orwel en su novela 1984. No es casual que en este escenario de ficción sea el control de la información la piedra angular de un régimen totalitario universal.

Y estamos en el siglo de la información, de la sociedad del conocimiento, de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.

Y esta revolución de Internet nos ha traído a la bestia negra del poder: la transparencia.

No se siente cómodo el poder cuando se siente vigilado, no se siente cómodo el poder si cualquier ciudadano del mundo puede introducir una información en Internet que puede ser conocida por cualquier otro ciudadano del mundo.

Estamos solo al principio, pero la palabra milagrosa es transparencia. Por eso la eclosión de los blogs, de los medios de comunicación digitales refleja un ansia de libertad que los medios tradicionales no atendían.

No es necesario que la información digital sea anónima, tampoco lo contrario.

Pero cuando la información y la opinión son anónimas quedan a resguardo de una tendencia del poder: la eliminación de cualquier discrepancia o intento de transparencia.

La información y opinión anónimas son también una forma característica de la revolución de Internet donde todo el mundo, libremente, pone según sus capacidades y coge según sus necesidades. Tampoco le gusta al poder que los individuos se relacionen, colaboren y organicen al margen de sus designios, y eso es Internet.



TODOS SOMOS INFOCUENCA.

No hay comentarios: