En el periodo de prueba de un nuevo contrato de trabajo, así es como está la nueva corporación municipal de Cuenca, caracterizada por la inexperiencia de la mayor parte de sus miembros en la política y gestión municipales. Y antes de empezar a trabajar han exigido aumento de sueldo.
Tanto el Alcalde, como la mayor parte de su equipo de gobierno, como la mayor parte de la oposición municipal, están estos días aprendiendo su nueva función.
No saben con exactitud como es la responsabilidad que afrontan, la carga de trabajo o la dificultad, y sin embargo sí saben que tienen que cobrar por desempeñarla mas que quienes la desempeñaron hasta no hace tanto tiempo.
Extraña unanimidad de todos, o quizás no tan improbable, al considerar que deben subirse el sueldo por el desempeño de una responsabilidad cuya amplitud y dimensiones desconocen.
Se pueden hacer tantas tonterías en política sin coste electoral, que los políticos llegan a pensar que hagan lo que hagan están a salvo del castigo de los electores.
El error cometido por la nueva corporación al aumentar sueldos y asignaciones de modo tan significativo tiene todas las características de los grandes errores de apreciación de quienes toman decisiones políticas alejadas del sentir de los ciudadanos que les votaron.
Coloquialmente se llama “meterse en un jardín”, dícese de aquel lugar del que se sabe como se entra, pero nunca como se sale.
Hundidos en las arenas movedizas de una opinión pública tempranamente defraudada, las explicaciones de unos y otros solo consiguen aumentar el empantanamiento de una corporación municipal que tenía sin embargo demasiado fácil iniciar la legislatura con la ilusión propia de la renovación de caras y proyectos.
Pero de la inexperiencia a la imprudencia no hay más que un paso, y en Cuenca lo han dado todos a una.
La primera explicación de lo inexplicable ha sido buscar un referente para justificar lo injustificable. En este caso los populares se escudan en los sueldos de la Diputación, socialista por cierto, para subirse las propias retribuciones. Seguramente podemos encontrar tantos ejemplos de sueldos superiores como inferiores. Lo que sería más difícil es encontrar en España sueldos menores y menos oportunidades de empleo que en Cuenca.
Es ofensivo que la clase política de Cuenca, responsable del fracaso colectivo de esta tierra, tenga tan claro que merece un aumento de sueldo por un trabajo que ha dado tan pocos frutos. Así no salimos del jardín.
Enzarzarse en una polémica sobre quien va a ser el más beneficiado por esta subida colectiva de emolumentos, en la que ha participado incluso el Concejal de IU, solo acredita una distancia sideral de los políticos de Cuenca respecto de la sufrida ciudadanía. Así no salimos del jardín.
Argumentar que no hay dinero en las arcas municipales para, acto seguido, incrementar sustancialmente el gasto ocasionado por los representantes políticos, es acreditar poca solvencia y rigor en la administración de los caudales públicos. Así tampoco salimos del jardín.
Esperar o confiar en que el incremento de gasto por la subida salarial, como han hecho los socialistas, no suponga disminución de inversiones o servicios, es como resolver los asuntos públicos escribiendo cartas a los Reyes Magos. Así tampoco salimos del jardín.
Porque la clase política de Cuenca es como es, Cuenca está como está.