Son 80.000 millones de las antiguas pesetas. Es el plan “renove” de las autovías construidas en los años 80, entre las que se encuentra la Madrid-Valencia, que no pasó por Cuenca, y que ha sufrido el deterioro propio de los años, el tráfico intenso y la calidad en una construcción que se realizó con poco dinero y mucha necesidad de infraestructuras en nuestro país.
La autovía Madrid-Tarancón continúa empantanada en las eternas obras, y con su peculiar plan “renove” que afecta al tramo a la salida de Cuenca, parcheado continuamente para disimular evidentes defectos estructurales que, en forma de baches-cuasi- socavones, nos anuncian futuras obras de reforma que se prolongarán más allá del incierto día en que se finalice el último tramo que nos una con Tarancón.
Si estuviera la autovía Cuenca-Tarancón ya en servicio, si la autovía Cuenca-Albacete se hubiera construido cuando así se comprometió por la Cortes Regionales, en acuerdo del año 1993, entonces dispondríamos en estos momentos de un recorrido alternativo a la obsoleta A3, por Cuenca y en perfectas condiciones de uso.
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